El vicepresidente de Derechos Sociales, Miguel Laparra; el director gerente de Nasuvinsa, José Mª Aierdi; y el alcalde del Valle de Egüés, Alfonso Etxeberria, dieron in situ el visto bueno a la reurbanización de Sarriguren viejo el pasado verano. El proyecto acometido por Nasuvinsa partió de la rehabilitación estructural de los tres viejos edificios de piedra que quedaban en el pueblo y de la antigua iglesia de Santa Engracia –que data del siglo XII- para su uso dotacional. Posteriormente, con el fin de recuperar el espacio, urbanizó un ámbito de 13.500 metros cuadrados de superficie por medio de la creación de plazas interiores, un parque infantil de integración, zonas verdes y caminos de interconexión con las zonas residenciales de la ecociudad que la rodea.
Esta antigua aldea –que llevaba 15 años en estado de abandono y ruina, con una deficiente conservación- estará llamada ahora a convertirse en epicentro social y cultural para los vecinos de los concejos del Valle de Egüés, cuyas tres cuartas partes están radicados en Sarriguren.
Simbólica regeneración de un pueblo abandonado
“Que un pueblo que en su día, con la rápida expansión de la urbanización de Sarriguren a su alrededor, fue condenado a la ruina y el abandono emerja ahora para ofrecerse como un espacio de convivencia vecinal y revitalización cultural encierra ya de por sí su simbolismo”, señaló Miguel Laparra durante su visita al núcleo histórico ahora regenerado.
Por parte de Nasuvinsa, su director gerente José Mª Aierdi subrayó que “las políticas urbanísticas públicas no pueden limitarse al desarrollo técnico de planeamientos residenciales, sino que deben liderar apuestas por la humanización de las ciudades y la regeneración de su tejido urbano y por convertir nuestros pueblos en núcleos de convivencia, relación y actividad vecinal”.
Una vez urbanizado el pueblo viejo de Sarriguren, la iglesia y los tres edificios rehabilitados serán cedidos por Nasuvinsa al Ayuntamiento del Valle de Egüés para favorecer su utilización en usos culturales y sociales. Concretamente, la iglesia desacralizada será reconvertida en un pequeño auditorio y sala multiusos, mientras que el resto de los edificios tendrán también destino dotacional para albergar las infraestructuras culturales municipales que demanda la localidad.